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Artículos Técnicos y de Gestión

Cómo maximizar el progreso genético de las hembras en los Núcleos de Producción

Por Paula Di Paola – Servicios Genéticos de Agroceres PIC

Las granjas Núcleo de Producción (NP) cumplen un rol determinante en el aumento de la competitividad en la producción porcina. Son las responsables de proveer una fuente continua de primerizas sanas y de alto valor genético, maximizando el desempeño zootécnico y económico de los animales. 

El potencial genético en unidades que producen sus propias hembras de reposición se utiliza y amplía mediante las reposiciones internas del plantel, las hembras comerciales seleccionadas y también los cerdos de faena producidos por estas madres. Este trabajo minucioso depende de la realización de una serie de procedimientos, como el registro correcto de los datos reproductivos y de desempeño, esenciales para estimar con precisión los índices genéticos de los animales. 

A continuación, compartimos orientaciones técnicas para maximizar el progreso genético en los núcleos de producción.

Promover el dimensionamiento adecuado del Núcleo de Producción

Definir correctamente el tamaño del plantel de línea pura (bisabuelas y abuelas) en relación al número de madres comerciales que abastecerá es fundamental para mantener una buena estructura etaria en los niveles de multiplicación y producción comercial. 

Este planeamiento asegura el flujo de primerizas de reposición necesario para atender al NP y la producción de primerizas destinadas al plantel de madres. Se recomienda mantener 12% de la población total del plantel en multiplicación (produciendo primerizas de reposición puras y madres). El resto, 88%, corresponde a hembras comerciales que producen cerdos de faena.

 Una multiplicación subdimensionada puede afectar negativamente la estructura etaria de las hembras comerciales; si está sobredimensionada, puede generar costos adicionales para el sistema productivo.

Ser riguroso con el registro de datos del plantel y la identificación de las hembras

El registro preciso de los datos zootécnicos y reproductivos del plantel es esencial para la evaluación genética y, en consecuencia, para aprovechar el progreso genético dentro de la unidad. 

Todos los eventos reproductivos deben registrarse y actualizarse: inseminación, parto, destete y remoción. Estos datos son necesarios para mantener los índices genéticos al día.

La identificación de las hembras también debe ser rigurosa. Las primerizas deben tener padres conocidos y una identificación individual al nacer, para recibir un índice genético y ser consideradas candidatas a la reposición del plantel.

Redoblar la atención con las dosis de inseminación de bisabuelos y abuelos

Los reproductores utilizados en las inseminaciones representan la mitad del potencial genético de las primerizas de reposición. Son los responsables por la actualización genética del plantel, ya que las primerizas del NP se producen internamente. 

Por eso es fundamental extremar los cuidados en la recepción y el uso de las dosis de semen, que deben provenir de reproductores del tope de la pirámide genética. 

Solicite las dosis de bisabuelos de forma tal que el mismo reproductor sea utilizado en todas las inseminaciones del ciclo de una hembra. Organizar las dosis en las conservadoras de semen ayuda a que las inseminaciones se realicen correctamente.

Establecer una buena relación entre la tasa de reposición y los objetivos de inseminación

Las primerizas de reposición introducidas aumentan el índice genético promedio del NP, impactando positivamente en el desempeño productivo y económico del plantel comercial. 

Para lograrlo, es necesario equilibrar la tasa de reposición y los objetivos de inseminación de hembras puras, calculados según la necesidad de la granja. 

Mantener la tasa de reposición del 70% anual y el objetivo de inseminación de puras entre 12 y 15% asegura la producción de primerizas de excelente calidad y en número adecuado para cumplir con el flujo de la granja.

Realizar una selección física criteriosa

La selección impacta directamente en la calidad productiva y la longevidad de las hembras. Las primerizas deben comenzar a seleccionarse a partir de los 160 días de edad.

La primera etapa debe basarse en aspectos físicos:

  • calidad de aplomos
  • aparato mamario
  • órganos reproductivos
  • ausencia de imperfecciones físicas (escoriación perineal, lordosis, cifosis, etc.)

Entre las primerizas aprobadas en la selección física, se debe mantener un número mínimo de candidatas que permita alcanzar una tasa de reposición del 70% anual. Si el número de candidatas supera lo necesario, puede afinarse la selección utilizando el índice genético.

Identificar como bisabuelas a las hembras con mayor índice genético

Una vez definido el objetivo de inseminación con líneas puras, es necesario identificar y separar las hembras con mayor índice genético para el rol de bisabuelas.

Use el informe semanal más actualizado para distinguir las primerizas y hembras con índices más altos que entrarán en celo.

Marque visualmente a estas hembras (por ejemplo, pintando una franja en el lomo) para que el equipo de gestación sepa cuáles deben recibir inseminación pura.

La correcta identificación e inseminación de hembras con mayor índice genético genera camadas también superiores, con primerizas que serán futuras candidatas de reposición, maximizando el potencial genético del NP.

Todas las candidatas a bisabuelas deben estar aptas reproductivamente y con buenas condiciones corporales y de aplomos. Si alguna hembra no cumple con las condiciones necesarias, se debe escoger la siguiente con mejor índice.

Mantener una buena política de descarte

El potencial genético promedio del plantel aumenta con el tiempo a medida que las hembras de menor índice son reemplazadas por primerizas de mayor valor genético.

Por eso es esencial tener una estrategia de descarte clara y bien planificada, sin desestabilizar la estructura etaria del plantel.

Una vez realizados los descartes por problemas físicos o reproductivos, identifique las hembras de menor índice genético y retírelas del plantel.

Si la tasa de reposición supera el 65% anual y no existen problemas sanitarios o productivos, el 25% de las remociones debe corresponder a descarte genético.

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